A SUS MAJESTADES DE ORIENTE

Queridos Reyes Magos:
Este año ha sido un año atípico. Que el día 31 de diciembre me fuera a la cama nada más comer las uvas, en lugar de trasnochar como viene siendo habitual, ya hacía prever que el 2006 iba a ser un año extraño, como efectivamente lo ha sido.
Para rematar este singular año, mis peticiones también serán algo curiosas.
Para empezar, y aprovechando que sois magos , querría pediros un pensadero; sí, como ese que tenía Dumbledore, donde guardaba sus recuerdos. No es que me agraden la mayoría de recuerdos que conservo de este 2006, pero me gustaría no olvidar nada de lo que me ha acontecido en este año, para aprender la lección y no volver a cometer los mismos errores que he cometido.
En segundo lugar, me gustaría que me trajeseis una brújula. El diseño es lo de menos. Lo que importa es que la brújula en vez de señalar al Norte, deberá indicarme cuál es el camino a seguir en cada momento, para no desviarme ni un milímetro del rumbo que me conducirá a lograr mis sueños. Y es que no quiero volver a perderme...
En tercer lugar, querría tener una balanza; una balanza que me ayudase a discernir entre el bien y el mal, para obrar correctamente, que por este año ya he hecho bastantes perrerías sin querer. No deseo volver a hacer daño a nadie y mucho menos a las personas que me importan y para eso necesito una ayuda extra, porque está visto que por mí misma no lo consigo.
Me gustaría también que me regalaseis un reloj. Deberá tener alarma, una alarma potente, para que, de una vez por todas, llegue puntual a los sitios. Pero además el reloj tendrá que ser enorme, para poder verlo esté donde esté, y así cada vez que lo vea me recuerde que no hay segundo que perder; que cada segundo que pasa ya no vuelve; que no puedo dejar las cosas para mañana, porque entonces tal vez sea demasiado tarde; que no debo callarme las cosas esperando el momento adecuado porque el momento adecuado es hoy, ahora.
Y de momento, nada más. Bueno realmente mi lista podría prolongarse hasta el infinito y más allá, pero creo que con que me concedieseis esas 4 cositas me daría con un canto en los dientes.
Confío en veros prontito por casa. Un millón de besos,

Albuerita.