
El fin de semana pasado salí de pinchos con unos amigos. Hacía semanas que no hacía nada más emocionante que pasar interminables tardes en el hospital, por eso cuando me propusieron salir a tomar algo, a pesar del cansancio acumulado, no me lo pensé ni un instante. Quedamos en ir a cenar y después ir de marcha ( si es que a nuestra edad aún se dice ir de marcha). Sé que puede sonar horrible, pero me moría de ganas de pillarme una borrachera enorme. Sé que no está bien, pero necesitaba "ahogar mis penas" de alguna manera. Necesitaba dejar la cabeza en blanco, y por unas horas olvidarme de todo cuanto me rodea. Quería no pensar en "mis pacientes" , quería no pensar en los informes que tenía pendientes, quería no pensar los artículos que tengo que leer, en los que tengo que revisar y en los que tengo que escribir. Quería deshacerme por unas horas de los sentimientos encontrados que me acompañan desde hace meses: alegría, culpabilidad, tristeza, grandiosidad, rencor, amor, miedo... Queria por unas horas no ser responsable de mis actos y hacer todo aquello que no me atrevo a hacer estando sobria, como hablar claro, hacer una llamada, declarar mis sentimientos... Demasiada ambición para una sola noche, ¿verdad? Y así fue. Estuvimos tomando unos pinchos y después de dar unas cuantas vueltas acabamos en el típico bar de copas. El sitio estaba bien y la compañía inmejorabla, lástima que ninguno me acompañase en mi "aventura alcohólica".
Volví a casa tan sobria como me fui, con la cabeza aún más revuelta, si es posible, pero al menos disfruté de una noche en buena compañía. Voy a tener que buscar alguna otra manera que me sirva para "ahogar mis penas".
Volví a casa tan sobria como me fui, con la cabeza aún más revuelta, si es posible, pero al menos disfruté de una noche en buena compañía. Voy a tener que buscar alguna otra manera que me sirva para "ahogar mis penas".