Recuerdo que una de las cosas que más ilusión me hacía de aquel viaje era comprarme un Mr. Potato. Sí, suena estúpido, lo sé, pero así es. Como casi todos los niños de mi generación, contaba entre mi batería de juguetes con un Mr. Potato. Me encantaba eso de cambiarle los "accesorios" y crear distintos "potatos". Pero como suele pasar, en alguna limpieza de mi madre, mi querida patata desapareció. Por eso, cuando mi chico , que ya había visitado Disneyland Paris unas cuantas veces, me dijo que en el parque vendían a mi querido amigo, se me hizo la luz. Pero cuando además me explicó que había una tienda en la que tú pagabas "X" dinero por una caja en la que tú tenías que meter todos los accesorios que te cupieran , se me abrieron los ojos como platos. Así que en cuanto estuve allí, en la tienda, ya os podeis imaginar. Llenamos la caja hasta arriba , tanto que no se podía cerrar. Pasamos un poco de vergüenza al ir a pagar, pero no nos dijeron nada y me teníais que haber visto: feliz como una lombriz iba yo con mi patata.
Y como muestra de la cantidad de cosas que metimos en la caja, aquí os dejo una muestra de mi querido Mr. Potato en sus posible variantes.